La agresión sexual, consiste en la penetración sin consentimiento del pene en la vagina, en todas aquellas prácticas orales o anales, o en el tocamiento abusivo de cualquier órgano sexual de una persona (hombre o mujer), así como el uso de cualquier tipo de objetos para consumar la agresión. Dichas acciones se complementan con la total ausencia de aprobación de la víctima, a quien se le niega la libre disposición de su cuerpo a partir del uso de poder externo sobre el mismo.
De acuerdo a Masters y Johnson (1985), el tipo e intensidad de las alteraciones que presentan las personas agredidas sexualmente, dependen de varios factores:
- El tiempo transcurrido a partir del ataque (minutos, días, meses o años).
- La edad de la persona.
- Su educación y su posición social.
- Su estructura de personalidad.
- Las razones por las que ha guardado silencio o se ha decidido a hablar.
- El número de veces que se cometió la agresión.
- El número de personas que la cometieron.
- La relación entre el agresor y la persona agredida.
Las manifestaciones emocionales y psicológicas de una violación pueden ser: inquietud incontrolable por no saber qué hacer ni qué pensar la respecto, impotencia, ansiedad y coraje; al mismo tiempo, las personas agredidas se culpan del hecho y muestran un pánico indescriptible. Todo esto originará posteriormente sentimientos de frustración, angustia, devaluación y descontrol del principio de realidad.