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¿Cómo detectar la violencia familiar?

En ocasiones se es víctima de la violencia familiar y no se está consciente de ello, sin embargo, hay signos que pueden ayudarnos a detectar la existencia de la misma.

 

A continuación se mencionan algunas características que pueden ayudar a detectar la violencia familiar:

 

  • Las personas sometidas a situaciones de violencia crónica dentro del hogar, presentan un debilitamiento gradual de sus defensas físicas y psicológicas, que se traduce en un deterioro general de su salud.
  • Éstas personas también registran una marcada disminución en su rendimiento intelectual, que afecta sus actividades laborales y/o educativas (como ausentismo y dificultad de concentración).
  • Los niños y adolescentes que son víctimas o testigos de la violencia familiar, frecuentemente presentan trastornos en su rendimiento escolar y problemas de aprendizajes, se vuelven introvertidos y agresivos.
  • Un alto porcentaje de los asesinatos y lesiones graves cometidas entre los miembros de una familia representa el desenlace de situaciones crónicas de violencia doméstica.
     

 

Para poder comprender mejor la dinámica de la violencia familiar, es necesario considerar su carácter cíclico, en el que se han descrito 3 fases:

 

Primera fase
 

En la que se producen episodios que llevan al roce permanente entre los miembros de la pareja y el incremento constante de la ansiedad y la hostilidad.

 

Segunda fase


En la que toda la tensión acumulada provoca explosiones de violencia cuya gravedad varía desde un empujón hasta un homicidio.

 

Tercera fase


En la que el maltratador manifiesta arrepentimiento, a veces instantáneo, pide disculpas y promete que lo ocurrido no se repetirá jamás.

 

Al mismo tiempo, vuelven los episodios de acumulación de tensiones, y el ciclo comienza una vez más. Por su intensidad creciente, se describe una verdadera escalada de violencia que puede concluir en homicidio o suicidio:

 

  1. La violencia empieza de manera sutil, tomando la forma de agresión psicológica que consiste en atentados contra el autoestima de la mujer. El agresor la ridiculiza, ignora su presencia, no presta atención a lo que ella dice, se ríe de sus opciones o sus iniciativas, la compara con otras personas en forma peyorativa o degradante, la corrige en público, etc. Inicialmente estas conductas no parecen violentas, pero ejercen un efecto igualmente devastador sobre la mujer, provocando un debilitamiento progresivo de sus defensas psicológicas: la victima comienza a tener miedo de expresarse o hacer algo por temor a la víctima; se siento deprimida y débil.
  2. En segundo término aparece la violencia verbal que refuerza la agresión psicológica. El agresor insulta y denigra a la mujer, la ofende, la llama “loca”; comienza amenazarla con infringirle daño físico o maltratarla y luego a suicidarse, con lo que se crea un clima medio constante. La ridiculiza en presencia de otras personas, alza la voz o le grita acusándola por cualquier nimiedad de tener la culpa de todo. En muchos casos, la mujer llega a un estado de debilitamiento, de desequilibrio emocional y de presión que requiere atención psiquiatrica, aunque generalmente es tratada con psicofármacos sin llegar al fondo del problema.
  3. Finalmente aparece la violencia física. El agresor toma a sus pareja del brazo y se lo estruja; a veces finge estar “jugando” para pellizcarla, producirle moretones, jalarle el cabello, empujarla, golpearla, etc. En algún momento la golpea con la mano abierta, después siguen las patadas al cuerpo, los golpes a puño cerrado y el uso de objetos para lastimarla. En medio de toda esta agresión, le exige tener contactos sexuales y a veces la viola cuando ella está dormida.
     
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